Ninguno de ellos había probado nunca lo que es una navaja deslizándose por su cuello, ni lo que se siente cuando una toalla bien caliente aromatizada con aceite de romero acaricia tu piel.
Y el acabar realizando un masaje con un bálsamo para prevenir irritaciones.
La sensación de los 5 fue casi la misma.
Había de todo. Desde uno que se afeitó por completo, y en este caso tenía poca barba. Otros 3 se dejaron bigote. Encima iban muy elegantes, ya que celebraban el cumpleaños de uno de ellos.
Y el último al que llamaban muy amigablemente Chochi. Se dejó la barba más arreglada.
En definitiva. Fueron grandes momentos los vividos. Ya que no solo fue en sí el afeitado si no todo el buen rollo que hubo.
Esto no hace más que confirmar lo que estamos viviendo en estos momentos. Que no es más que un resurgir de la barbería. Y sobre todo de los servicios de calidad.